Estamos frente a tres relatos ambientados en Venezuela. Sus personajes
trabajan en la producción del café. En Venezuela al café le dicen
“marroncito”. En cambio, en Colombia, en la zona costera le dicen
“tinto”, es tan curiosa sudamérica que en cada país tenemos diferentes nombres
para el café. De hecho ahora mismo me preparé un café, imposible no hacerlo, ya
que al leer esta novela, sobre todo en el último relato en olor a café se
siente todo el rato.
Comparto este fragmento para introducirnos en la novela. “En el país los
habitantes podían vivir de dos maneras; una, obviando los temas políticos con
lo cual vivían tranquilos, o dos, atentos a ellos, con lo cual pasaban a sufrir
una especie de persecución. Así, de forma automática, se respiraban dos mundos
en uno solo o mejor dicho, en una misma tierra. p. 22
Este libro me fue conquistando de a poco. Tiene un lenguaje rico en
matices y vocabulario. Sus personajes son bien construidos, las características
en ellos son verosímiles. Aparecen palabras como “carnestolendas”, desconocida
en su significado para mí. Comencé a averiguar y llegué a ciertos acercamientos
sobre su procedencia. Esta palabra significa “ayuno”, en celebraciones católicas
se usa al inicio de la Cuaresma. Es una palabra española. Toleadas. Se refiere
a un periodo donde no se come carne, en medio de las fiestas del carnaval.
Último banquete con carne antes de los cuarenta días de la cuaresma. Esta
palabra compuesta tiene relación con la religión y con pecar antes de la
cuaresma, tiene un sentido de creencia, tradición, por así decirlo.
Fragmento “Fue pues, por el algodón que se decidió bautizar al pueblo
como Algodones de Pinar, y debido a la fama que tomaron las peleas de gallo, la
región se llenó de personas ansiosas de trabajar en ella, pudiéndose además
producir frutales diversos (lechosa, aguacate, guanábana, mango, guayaba y
pornagás) y caraotas, soya, huevos, conejos de raza pura, caballos, heno,
tomate, cebolla, berenjena, repollo y pimentón. p.42 - 43.
Fragmento con olor a café. “La cafetería tenía una vieja gramola y
tantas mesas como personas iban, incluso era normal improvisar alguna. Los
domingos se recogía el chinchorro de la terraza y se colocaba el tablón que
hacía de barra para atender a todos los asistentes. Había un solo baño, el cual
era utilizado nada más por las mujeres, pues los hombres ya por inercia, se
dirigían al pequeño establo (próximo a la cafetería) para descargarse mientras
hablaban con Clotilde, y otros, por el contrario desahogaban allí sus penas que
florecían con la borrachera. p. 95
Olvidé quien me regaló este libro, quien haya sido, gracias por
regalarme literatura emergente venezolana, la disfruté mucho. La editorial se
llama Lector cómplice, tiene página web, aunque está actualizada hasta el 2015.
El autor se llama Rodrigo Eloy Lares Bassa, esta obra fue galardonada con el Primer
de Narrativa en el XVI Concurso literario “Florencio Segura” de la Universidad
Pontificia Comillas de Madrid en 2002.
A leer sobre Venezuela me dan
ganas de viajar para allá, aunque dicen que es peligroso, ¿qué tan cierto será
eso? Recomiendo esta novela, está muy bien escrita y que bien que exista la
editorial Lector cómplice, ya que tienen una visión para nuevos escritores.
Genial. Saludos a todos y que sería la vida sin letras, al menos para mí sería
una fomedad. Cariños.