A veces pienso que los poetas
quieren bajar las estrellas con la mano, visitar la luna con un poema, navegar
los mares con los libros, llegar a esa fantasía que arroja títulos de libros
floreados.
Fomentar el deseo de lo
inalcanzable, abarcar el sol con un dedo, tocar la luna con la boca. Sembrar en
el jardín de las delicias un sembrado de versos, todo ello hacen los
poetas.
Están para tocar la lluvia con
sus décimas, torcer el destino, enamorar a la doncella, correr por caminos sin
tiempo en donde la noche lo abarca todo y no deja siluetas insomnes.
La poesía llena el vacío, los
versos son como un hilo de agua que corre en el lenguaje libre y sin prosa.
Yo me quedo en ellos perpleja buscando algún sonido que me deje continuar las páginas del libro que comento aquí. Hay más poesía que lectores de ellas, ¿qué haremos con ello? Seguir dejando versos sueltos para que alguien los lea.
Poesía de Clepsidra
Ahora no estás
ni en los libros,
ni las gentes,
ni las horas
parecen
las mismas. Pag- 39
Una estrella cayendo al levantar
mi mano
Un delfín cantando cuando mires
al mar
La luna llena en el cielo
pintándose el sombrero
Un poema con todas las letras de
tu nombre. Pág. 49
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