Buenísimo el comienzo de
la novela Todas esas muertes, del gran Carlos Droguett. Comienza con la
apología entre el arte y el crimen, mezclados con una soledad colosal.
Frag. “En esto es ejemplar
Emilio Dubois. Quiso ser un real artista del crimen y para serlo cabalmente
sólo le faltó tiempo. Cerrajero y fabricante de cajas de fondo, se hacía llamar
ingeniero y no olvidaba su triste infancia en la provincia francesa , “esa infancia
que no me es cara ni aborrecida, pero en la cual sufrí las humillaciones de la
pobreza” pág.10
Si quiere conocer la vida de Emilio Dubois, quien es una leyenda o
mito urbano que descansa en el cementerio N° 3 de Valparaíso esta es la obra
perfecta para hacerlo. Como viví varios años allá me parece que ese puerto está
lleno de almas que van y vienen, penan y se quedan ahí atrapadas en su
intranquilidad. Dicen por ahí que hay que tenerle más miedo a los vivos, los
muertos velarán por su descanso y sus maneras de estar en la muerte.
“Está lloviendo en el
cementerio de Playa Ancha: Cualquier día trepa el mar por las rocas y se
desparrama por los jardines y los cuarteles, lavando las lápidas para leerlas y
bajando hacia el patio de los párvulos. pág. 42
“Fedor era un cobarde que
no se atrevió a ser asesino, escribía sus grandiosos folletines con el cuchillo
todavía empapado que dejó tirado en la nieve su primo idiota, aquel
bastardo de Stavroguin”. Pág. 51
“¿Sabe? La muerte me anda
rondando para que asesine a la gente, me empuja a hacerlo, me ruega, me llora,
me pone tentaciones, me ofrece bocas probables, ojos que están dejando de
llorar, me ofrece puertas, ventanas, zaguanes, pasadizos ascensores, yo entro
por ellos, camino por ellos y conmigo el silencio, un paquete de silencio, dos
paquetes, a veces completamente silenciosos, otras veces atravesados por
suspiros, lágrimas, ronquidos, espantosos ronquidos viscerales, yo me alzo y
cae de mis manos el silencio, lo saco de mis bolsillos, a veces de mi boca ,
abro un cajón de la cómoda, del escritorio y escurre silencioso el silencio, yo
me hago a un lado, cojo los guantes, cojo el sombrero, me torno de espaldas a
los muebles y vuelto a la ciudad regreso a ella, bajo hacia ella”. pág. 63
Esta obra de verdad da
miedo leerla porque de lleno se conoce la mente de un asesino. Recomiendo esta
novela, pero no es apta para mentes asustadizas. Carlos Droguett siempre, pero
siempre entrega buena prosa, escribe como un verdadero escritor, es perfecto en
su oficio. Este libro es 100% recomendable.