3.7.12

Formas de volver a casa, la última novela de Zambra

Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla. Alejandro Zambra



Formas de volver a casa es el último libro escrito por el chileno Alejandro Zambra. Publicado por la Editorial Anagrama en el año 2011.

Hace tiempo que quería leer este autor y considero que escribe en forma muy simple, clara, con buen humor, es como sentir cerca al escritor, me agrada eso. Además refleja muy bien lo que es Chile, lo que pasó en dictadura, lo que pasó en el régimen militar, como dicen algunos. El contexto de esta historia está delimitado en la Comuna de Maipú, en la década del ochenta más o menos. Cualquier persona que viva en Maipú se podría sentir muy reflejado en esta novela, ya sea por el templo de Maipú, así como tantos otros lugares conocidos y transitados por la gente de ahí.

Zambra retrata los distintos Chile que existen. Escribe sobre la gente que se convirtió en cómplice del General Pinochet, gente que prefirió no hablar, que siguió viviendo en Chile como si no estuviese pasando nada y por otra parte la gente que era víctima del dictador y que intentaba sobrevivir.

Es imposible leer esta novela y no sentirse o verse reflejado en ella. Yo nací en el año ochenta, por ende sentí que habían muchos espacios en la novela donde me sentía identificada, ya sea por buscar lo que pasaba, por querer saber del país dividido en el que nací, por saber el significado del Plebiscito y otras preguntas que me hice en la niñez.

Zambra, a su vez,  tiene la gran capacidad de mostrarnos como funciona el espacio en la ciudad. Cuando nos dice..."Nunca había ido tan lejos de casa y la impresión poderosa que me produjo la ciudad es de alguna forma la que de vez en cuando resurge: un espacio sin forma, abierto pero también clausurado, con plazas imprecisas y casi siempre vacías, con gente caminando por veredas estrechas, concentrados en el suelo con una especie de sordo fervor, como si únicamente pudieran desplazarse a lo largo de un esforzado anonimato". p. 45 - 46.
Me encantaría que este fragmento lo leyeran los ingenieros, los arquitectos o la gente que tiene dinero y está interesada en este tipo de negocios, me encantaría que comprendieran como se puede sentir un ciudadano en esta ciudad, hoy a merced de carreteras, de miles de autos, escasez de parques, una ciudad a veces solitaria para el caminante. De seguro un semiólogo comprendería esto, según el límite de la frontera, la periferia, el centro, los espacios son tan disímiles, como si la ciudad estuviese diseñada solo para algunos, como si estuviésemos destinados a un Chile clausurado, me parece interesante las inquietudes que despierta Zambra. Muy interesante.

El argumento central de la obra está anclado en Claudia, y él escribe sobre ella para recordar, me hizo recordar a Carlos Droguett, cuando comenzaba la novela Patas de perro, pero Droguett escribía para olvidar. Gracias Zambra, me encanta tu novela y tu prosa, tus reflexiones simples, la construcción de realidades que haces, muy simple tu obra, me sentí agradada leyéndote.


“Claudia tenía doce años y yo nueve, por lo que nuestra amistad era imposible. Pero fuimos amigos o algo así. Conversábamos mucho. A veces pienso que escribo este libro solamente para recordar esas conversaciones”. Pag. 14

Estoy seguro de que esos profesores no querían entusiasmarnos sino disuadirnos, alejarnos para siempre. No gastaban saliva hablando sobre el placer de la lectura, tal vez porque ellos habían perdido ese placer o nunca lo habían sentido realmente. Se supone que eran buenos profesores, pero entonces ser bueno era poco más que saberse los manuales. Pag 57 – 58

Viví en pensiones o piezas pequeñas y trabajé en cualquier cosa mientras terminaba la universidad. Y cuando terminé la universidad seguí trabajando en cualquier cosa, porque estudié Literatura, que es lo que estudia la gente  que termina trabajando en cualquier cosa. P.87


Ricardo Piglia ha dicho sobre Alejandro Zambra: «Un escritor notable, muy perceptivo frente a la diversidad de las formas».

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