21.12.22

Acercamiento a la fantasmagoría polifónica en la obra de Valeria Luiselli

 

El presente ensayo busca el acercamiento a la fantasmagoría polifónica en la obra “Los ingrávidos” de Valeria Luiselli plasmando como su autora logra diversas voces narrativas a cabalidad y de manera muy lograda ser capaz de realizar un texto atractivo para la academia y el mundo literario en sí.

Para comenzar me hago la siguiente pregunta: ¿Qué es ingrávido? Pérdida de gravedad, desintegración del cuerpo.

Interesante novela, íntima. Prosa directa con toques de humor bastante perceptibles. La protagonista es traductora y trabaja en una editorial, suele recorrer bibliotecas buscando autores latinos para traducir. La obra radica en una familia y el interior de su departamento. Dakota y Moby son sus amigos de su época de soltera. El tema central de la novela es una fantasmagoría polifónica.

Como lectora mi experiencia con esta novela ha sido bastante especial, ya que mi mente busca una  novela, busca conocer el argumento, mi mente es como una especia de lineamiento ligado lo que por lo general nos encontramos en las novelas, como inicio, desarrollo, clímax y final, sin embargo no podemos dar la misma lectura en “Los ingrávidos” ya que la autora juega con dos narradores y el tiempo y espacio va cambiando constantemente entre su vida familiar, los recuerdos de su vida de soltera, el metro y Owen, el poeta que ya está en el final de su vida.  Es interesante el ejercicio de poner la mente a prueba y seguir un relato lineal que nos entrega diversas experiencias en torno al habla y las voces que aparecen en la novela. Mi mente ya sabe que se enfrenta a otro tipo de relato, que va más allá de lo convencional que he conocido hasta ahora. Esto se refleja en el siguiente fragmento:

“Dejar una vida. Dinamitar todo. No, no todo: dinamitar el metro cuadrado que uno ocupaba entre la gente. Más bien: dejar sillas vacías en las mesas que se compartían con las amistades, no a modo de metáfora, sino en verdad, dejar una silla, volverse un hueco para los amigos, permitir que el círculo de silencio en torno a uno se ensanche y se llene de especulaciones. Lo que pocos entienden es que uno deja una vida para empezar otra” Pág. 61

El problema en si a investigar se trata de observar o tener un acercamiento a lo planteado por Valeria Luiselli que es que los personajes se vayan afantasmando a lo largo de la novela, es decir que podremos ver su desintegración, su ingravidez. Y para ello me dedicaré a destacar o transcribir aquí lo relacionado a “fantasmas” para destacar las voces polifónicas de su obra.

 

 

 

 

En esta obra hay dos narradores:  Owen y una mujer mexicana.  Hay una voz del presente y otra del pasado (o en el recuerdo). Se constituye así, una duplicidad en la estructura, el hoy y el pasado de la narradora frente a la juventud y la vejez de Owen. La obra contiene cuatro tiempos diferentes- Hay una voz del pasado, de cuando ella era joven y soltera. Estamos frente a una novela fragmentada y fantasmagórica.

“Los ingrávidos” es un relato del yo escrito en primera persona que despliega dos voces: la primera es de una narradora que se integra en el tiempo presente con la descripción de la cotidianeidad: la vida que hace en la Ciudad de México con su marido, sus dos hijos, una bebé y un pequeño de cuatro o cinco años; simultáneamente se configura la voz del recuerdo de la primera narradora, del tiempo en que vivía en Nueva York y trabajaba en una editorial. Esta voz narrativa que muestra su vida de soltera conforma la novela que está escribiendo y a la que se refiere como “una novela de fantasmas” (22).

A la vez se perfila en la diégesis un ir y venir entre la narradora y la voz de Gilberto Owen. Surge el paralelismo con el otro narrador – personaje Gilberto Owen y sus distintas voces: el joven que vive en Nueva York y el viejo cónsul de Filadelfia, alcohólico que está a punto de morir.

El nexo que une las dos historias es que la narradora del pasado inventa que el poeta neoyorquino Zukofsky había traducido a Owen con la finalidad de interesar al jefe de la editorial donde trabaja. Owen se vuelve una fascinación para la narradora del pasado.

Nueva York es el lugar (ambiente físico de la obra) de coincidencia para los dos narradores: un espacio urbano, deshumanizado, con pocas zonas verdes, en el cual el tren subterráneo ocupa un papel definitivo para los encuentros fantasmales, pero para los personajes también es el epítome de la vanguardia cultural; allí les fue posible conocer, de manera real o imaginada, a una serie de personas que determinaron sus vidas de forma intelectual. Gilberto Owen coincide con Federico García Lorca, José Limón, Homer Collyer, Louis Zukofsky, entre otros. Para la narradora, los cruces con los personajes White, Dakota, Pajarote, Moby o Enrico (quienes tienen llave de su departamento) suponen su contacto con el mundo de afuera, de experiencias distintas y divertidas, en contraste con su mundo actual y rutinario.

Epistemológicamente fantasma proviene del griego aparición, mientras que, popularmente, refiere a la idea de espíritus errantes de seres muertos (y algunas veces vivos) que se manifiestan entre los humanos de forma perceptible a los sentidos (a través de sonidos, aromas o desplazamiento de objetos), principalmente en lugares que frecuentaban en vida o en asociación con sus personas cercanas.

 

 

 

 

 

 

También es posible destacar el término “fantasmagoría”, ya que es el arte de hacer ver imágenes por ilusión óptica en un lugar específico, siendo el mecanismo que proyecta a un fantasma, implicando un juego especulativo que propicia lo ilusorio, o, en sí misma, la ilusión. Por tanto, el ejercicio de la fantasmagoría corresponde a la necesidad de fantasía, satisfecha desde la tradición, buscando la ruptura con el lado triste y banal de la existencia, desde donde el espectador es alejado. Lo ―fantasmagórico‖, por extensión, es la unidad latente de la fantasmagoría, también relacionado hacia lo fantástico y lo onírico, pero que se define desde la ambigüedad radical entre el ser y la apariencia, o mejor, entre lo real y lo imaginario o ilusorio.

 

Se observa la construcción de los personajes en el siguiente párrafo. Aquí vemos como la autora define a Mediano. “En esta casa vivimos dos adultos, una bebé y un niño mediano. Decimos que es el niño mediano porque aunque él es el mayor de los dos, él insiste en que aún es mediano. Y tiene razón. Es el mayor pero es chico, así que es mediano”. Pág.12

Ya en los comienzos de la novela se menciona a los fantasmas.

“Nos gusta pensar que en esta casa hay un fantasma que nos acompaña y observa. No lo vemos, pero creemos que apareció a las pocas semanas de nuestra mudanza” Pág. 16

En esta línea vemos como el niño percibe al fantasma, incluso le coloca un nombre. “El mediano lo bautizó Consincara”. 16

Aquí vemos como la narradora en primera persona plantea que ella misma puede ser un fantasma y convivir con ello. “Yo procuro emular a mis fantasmas: escribir como ellos hablaban, no hacer ruido, contar nuestra fantasmagoría”. 20 – 21.

 

 

“En esta casa se va el agua. El niño mediano dice que el fantasma es quien se acaba la reserva de la cisterna. Dice que es un fantasma que se murió de sed y que por eso se toma toda el agua de la casa”. Pág. 35

Esta novela tiene un guiño directo con la obra de Mariana Enríquez, una de las escritoras argentinas de obras contemporáneas relevantes hoy en la literatura que cuenta en el relato “Cuando hablábamos con los muertos” como un grupo de niñas juega con la ouija para hablar con los fantasmas. Claro está que esta obra tiene ribetes políticos porque habla de los desaparecidos y su objetivo es encontrarlos o que los fantasmas digan y comuniquen dónde se encuentran, donde se quedaron sus cuerpos para al menos sus familiares puedan dejar una flor.

 

 

 

 

Las niñas se comunicaban desde la ouija, por lo que corporalizarse desde el hermano, quien no está muerto, responde a una categoría de lo fantasmagórico en el plano diegético y a una manifestación aparente desde su calidad eufémica, con el fin de desdibujar los límites de la realidad y reposicionar al objetivo, es decir, a la Pinocha, en relación hacia su entorno social. De esta manera, que el fantasma haya tomado la forma de Leo no es lo principal (pudo ser de cualquier otro familiar), sino que proyecte la experiencia de una desaparición, guiada desde un plano sentimental, con el fin de esclarecer el distanciamiento que la Pinocha enfrenta ante el grupo. Es más, Julita, a quien podríamos considerar más implicada con el terrorismo de Estado, a pesar de no haber obtenido respuesta acerca de sus padres, es quien da cuenta que la Pinocha es la única sin un desaparecido en su vida. La aparición del ―hermano‖ corresponde, entonces, a una manifestación fantasmática, pues Leo -diegéticamente- está vivo, y este ente no posee -o no reveló- una memoria autónoma, lo que conlleva a que su función, entendida dentro del plano de las ilusiones, se construya desde un temor inconsciente de la Pinocha, que pudo ser compartido con las amigas gracias al ambiente desde donde ocurrió. En otras palabras, bajo la ilusión del hermano, que se mueve entre lo material e inmaterial, se dispara un plano fantástico conectado con la Pinocha, quien no exhibe una consciencia de su lugar privilegiado, alejándola de su calidad de compañera en este ejercicio ritualista de hermandad.

El grupo de amigas conoce algunos elementos que circunscriben la época dictatorial que sufrió Argentina, pues mantienen consigo el informe Nunca más, y también han visto la película La noche de los lápices (1986), la cual se basa en lo sucedido la noche del 16 de septiembre de 1976, donde siete adolescentes de la ciudad de La Plata fueron secuestrados, torturados y la mayoría de ellos asesinados por el terrorismo de Estado, por luchar por una reducción en el precio de la tarifa del transporte público para estudiantes.

Los siguientes fragmentos se refieren a como las niñas se comunicaban con los fantasmas y cómo buscaban respuestas de los desaparecidos en la Dictadura Argentina.

“Julita los quería encontrar con la tabla, o preguntarle a algún otro espíritu si los había visto. Además de tener ganas de hablar con ellos, quería saber donde estaban los muertos”. Pág. 16

“El problema era otro: nos costaba hablar con los muertos que queríamos. Daban muchas vueltas, les costaba decidirse por el sí o por el no, y siempre llegaban al mismo lugar: nos contaban donde habían sido secuestrados, y ahí se quedaban, no nos podían decir si los habían matado ahí, o si los llevaron a otro lugar, nada”. Pág. 18 – 19.

 

Retomando a una de las narradoras (pasado), La voz narrativa busca que en la editorial donde trabaja se publique a Gilberto Owen, un poeta mexicano que vivió en Nueva York en los años veinte. Por su parte, la escritora descubre a Owen a través de cartas y le parece curiosa su forma de relacionarse con la realidad; se pesaba todos los días en el metro y ella ahí decidió que era una materia en donde se podía ahondar y dejar andar las letras.

 

 

“Nota: (postal de Owen a Josefina Procopio, Filadelfia 1950): Robin Hood Dell. Es el escenario abierto al trasmundo más completo que se conoce. Los fantasmas de atrás del Laurel Hill Cementery, vienen a dar conciertos que aplauden otros fantasmas del gran cementerio llamado Filadelfia. Cuando parece que está lleno el Dell, toman una fotografía y aparece todo vacío porque la placa es insensible a los fantasmas, yo soy la sombra marcada con una X”. Pág. 59

Este párrafo muestra la cercanía que hay entre el niño mediano y el fantasma; “El niño mediano habla con el fantasma” 61

A continuación, vemos como una de las voces narrativas vive junto a los fantasmas y observamos las percepciones en torno a ellos.

“Filadelfia se está cayendo. Y este departamento se está cayendo. Hay demasiadas cosas, demasiadas voces. Hay tres gatos que un día aparecieron así no más. También apareció un fantasma o varios. A los fantasmas no los veo ni tampoco distingo muy bien a los tres felinos, pero en mi mundo de sombras blancas son un estorbo más con el que tropiezo todos los días -como el escritorio, el reposet donde antes leía, como las puertas entreabiertas”. Pág. 71

En este párrafo vemos como la autora escribe sobre la enfermedad y sus propios fantasmas que aparecen y desaparecen en su cotidianeidad.

“Supongo que así es la enfermedad, un relevo de uno mismo por uno mismo -el fantasma de uno mismo-. Pero a la vez, la enfermedad, y quizás de un modo particular un mal como el mío que expresa la ceguera, permite el aquejado mirarse como miraría la pintoresca caída de unas cataratas impetuosas -desde lejos, sin mojarse, azorado pero no tocado por la experiencia”. Pág. 72 – 73.

En este episodio vemos como el metro es un elemento físico (ambiente) muy destacado en la novela, en donde Owen aparecía en el metro.

“En el metro, camino a casa, ví por última vez a Owen. Creo que me saludó con una mano. Pero ya no me importaba, ya no sentía ningún entusiasmo. En fantasma, me quedaba claro, era yo”. Pág. 80

“En todas las novelas falta algo o alguien. En esta novela no hay nadie. Nadie salvo un fantasma que a veces veía en el metro”. Pág. 73

Aquí vemos como se muestra que ella, la editora creía que los versos habían sido traducidos por Zukofsky sin embargo fue White quien tradujo los poemas para darle mayor realce a la obra de Owen queriendo que el editor de la editorial los publicara. Vemos como una verdad es velada.

“Le quería contar al reportero el episodio del bar en donde yo había alucinado a Owen comiéndose los cacahuates que desperdiciaba Pound. White me estaba diciendo esto cuando lo frené en seco. Todo es mentira. ¿Qué? Que yo escribí el manuscrito que publicamos. Yo traduje esos poemas de Owen, no Zukofsky”: Pág. 81

 

 

 

 

 

 

En los siguientes fragmentos vemos como se intenta ahondar en la muerte y en los fantasmas de la novela.

“Usted es un fantasma, señor Owen, ¿no es así? (Pronunciaba mi nombre como lo han de haber pronunciado mis ancestros). ¿Por qué dice eso, señor Collyer? Porque yo a usted si puedo verlo”. Pág. 102

“En esa vida casi nadie se había muerto en forma definitiva. Xavier, por ejemplo, no se había muerto, aunque él también se moría a cada rato. Junto a mi naranjo, les escribía cartas a todos como si ya fuéramos fantasmas, como si contribuyera con mis descripciones de un Manhattan barco hundido a la escenificación de nuestra posteridad”. Pág. 110

 

“Lo que sucede es que la gente se muere muchas veces en una vida misma, estimado Sr. Owen. ¿Cómo así Sr. Collyer? La gente se muere, deja irresponsablemente un fantasma de sí mismo por ahí, y luego siguen viviendo, original y fantasma, cada uno por su cuenta. Pág. 114

“Creo además que ése es el día que sale a pasear el fantasma, porque no se escucha ningún ruido y la casa se siente más vacía que de costumbre”. Pág. 121

“¿Oiga, Sr. Collyer? Dígame, Owen. ¿Usted tiene fantasma? Varios. ¿Quiénes son, dónde viven? Con todo respeto, querido Owen, a usted qué carajos le importa. Pág. 123

“¿De veras no me crees que veo a mis fantasmas futuros en el subway, maricón? Le pregunté a Federico camino a casa. La avenida Broadway, sus charcos como grandes monedas de plata, el cielo casi siempre triste y un poco tonto del amanecer en esa ciudad. Ya te creo, Gilberto, ya te creo: hoy vimos bailar a mi fantasma”. Pág. 127

 

¿Quién escribe a quién? Dos historias se enfrentan en dos diferentes planos narrativos que al final se yuxtaponen al romperse los límites entre esas dos proyecciones. Los personajes saltan, como fantasmas ligeros, ingrávidos, de un nivel a otro, para encontrarse y fundirse en uno solo. En los siguientes fragmentos vemos cuestionamientos hacia la sensación de estar muerto o de ir desapareciendo.

“¿Pero qué carajos voy a escribir yo? Se que quiero escribir una novela que sucede en una casona en la Ciudad de México y en el Nueva York de mi juventud. Todos los personajes están muertos, o afantasmados, pero ellos no lo saben. Pág. 136

 

 

 

 

“Soy una sombra con la mueca mortecina de mí incrustada en el hueco donde estaba mi cara, Soy un sinciego consin cara. No es que me esté quedando ciego: me estoy borrando. Pág. 140

 

“Todos morimos de algún modo muchas veces” dice la escritora mexicana para una entrevista de Youtube sobre su segundo libro, y su primera novela Los ingrávidos, en donde señala que sus inquietudes intelectuales o desafíos sobre su novela tenían que ver con estos narradores que se van afantasmando en la novela, de alguna manera se van desintegrando. Y para quienes somos sus lectores podemos percibir que ella logra perfectamente desarrollar voces que se cruzan pero que el lector lo va dejando en un interesante estado de misterio al ver cómo sus personajes se diluyen hasta convertirse en voces. En la entrevista señala que su primera novela no es autobiográfica.

 

Podría existir en la novela un punto de vista feminista, ya que para la narradora que vive en una casa con su marido y los niños escribe de alguna manera como vía de escape, además su marido es bastante entrometido en la novela que ella está escribiendo. Él al leer lo que ella escribe cuestiona su vida de soltera y su manera de vivir.

“Todo es ficción le digo a mi marido, pero no me cree. ¿No estabas escribiendo una novela sobre Owen? Si, le digo, es un libro sobre el fantasma de Gilberto Owen”. Pág. 63

 

“Los ingrávidos” es una novela de ficción, En sus fragmentos da saltos en el tiempo y los espacios. El espacio – temporal es la piedra angular de la ficción.  Podría también tener una lectura política. Se ve una crítica por parte de la escritora  hacia  el intento de europeizar América latina. También hace una crítica a la forma de ser de los gringos, en la novela los trata de hipócritas. Para ser su primera novela pareciera que hace mucho tiempo viene escribiendo ficción. La novela es segmentada pero lineal en el tiempo. Las descripciones largas de recorridos y viajes no dominan en la novela.

La novela en el siglo XXI. La literatura aparece como experimento de la verdad. La novela aparece como iluminadora de espacios, tiempos y lugares oscuros. La crítica literaria ha dichos que en “Los ingrávidos” Valeria Luiselli no profundiza, también se ha dicho que esta novela ha sido poco trabajada por los críticos literarios.

A modo de conclusión, considero que Valeria Luiselli logra de manera idónea transmitir en su novela la desaparición de sus narradores, ha tenido cierta locuacidad al lograr poco a poco, en medida que avanza la novela, terminarla con voces que ya están desintegradas, finalmente y esto puede parecer un spoiler, la escritora logra de manera cabal escribir sobre fantasmas y obsesiones hacia Gilberto Owen y hacia su propia vida entre su presente y pasado. La verdad es que la idea de escribir sobre narradores que van desapareciendo me parece un logro literario colosal, ya que imagino es nada

 

 

 

fácil lograr una obra tan clara y compleja al mismo tiempo. De seguro Valeria Luiselli dará mucho que hablar, por mi parte buscaré sus otros libros para conocerla más.

 

Valeria Luiselli Nació en la Ciudad de México en 1983. Ensayista y narradora. Licenciada en Filosofía por la UNAM y doctora en Literatura Comparativa por la Universidad de Columbia. Ha colaborado en El País, Letras Libres, Reforma y The New York Times, entre otros.

En el año 2011 publica el ensayo Papeles falsos, publicado por Sexto piso, luego publicó Los ingrávidos. En el año 2013 aparece La historia de mis dientes.  En el año 2018, su ensayo Los niños perdidos obtuvo el American Book Award, fue la primera mexicana en conseguirlo. Sus libros se han traducido a una veintena de idiomas.

Hija de Diplomático, sus primeros años de vida transcurrieron en Estados Unidos, Costa rica, Corea del Sur, Sudáfrica y la India.

 

 

 

Bibliografía

 

Cárcamo, Camilo 2019 Representando lo inerranable: el fantasma como recurso en la obra de Mariana Enriquez y Álvaro Bisama. Santiago de Chile. Grado de Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica con mención en Literatura, Universidad de Chile.

Cardoso, Regina 2014 Fantasmas y sosias en “Los ingrávidos” de Valeri Luiselli. University of noth Carolina at Chapel Hills for its Department of Romances Studies, USA.

Enriquez, Mariana 2013 Cuando hablábamos con los muertos 1ª ed. Santiago, Chile, Montacerdos.

Luiselli, Valeria Los ingrávidos 2013 Valeria Luiselli 3ª ed. Ciudad de México, Sexto piso.

Luiselli, Valeria 2009 Gilberto Owen, narrador. Valeria Luiselli. Letras libres. Consulta 30.11.2022 https://letraslibres.com/revista-mexico/gilberto-owen-narrador/

Pape, María  2015 El pasaje como modus operandi: perspectivas simultáneas y recíprocamente excluyentes en Los ingrávidos de Valeria Luiselli. Revista Chilena de Literatura, Número 90 171 – 195.