25.2.18

Gabriela Mistral Páginas (perdidas) de la vida mía. Jaime Quezada



¿Qué sería de mí sin esa chilenidad de paisaje, de acento, de costumbre, de carácter, de folclore que ha veteado, surcado, amamantado literatura y vida en mí? G.M.
                  

En esta lectura me he detenido en observar sobre qué escribía nuestra Nobel. Ella describe perfecto los climas de Chile, conoce el país como la palma de su mano, sabe muy bien sobre la disparidad de climas y la diversidad exquisita de Chile.
Entre muchas de sus inquietudes políticas, como es la vinculación con el “sandinismo” entre otras, me agrada el sentido de justicia social que la escritora conserva en sus textos, dejando de manifiesto que ella siempre estará con el desvalido.



Sobre el ejercicio de escribir nuestra Nobel señala:

“Escribir es un menester como otro cualquiera, es nada más que una vocación obedecida por una voluntad fiel. Hacer poesía es entretenimiento bastante egotista; es seguir el gusto de su alma, soltarse de los cantos cuadrados de la realidad y darse al viento del antojo o del delirio voluntario, en una escapada maliciosa o risueña; es soltar a lo rapaz una cometa o echar los patines al azar por los espejos del hielo”. pág. 41

A veces he escuchado su poesía en YouTube, con su voz original, y no me da miedo, ni me evoca esos pensamientos tan ridículos que de ella se inventaron en Chile, esta tierra de ciertos corazones podridos que se encargaron de difamar su talento. Ojalá esa envidia se quedara clavada en una roca para nunca más salir,  aunque cuando una estrella brilla es imposible que no ataje miradas mediocres para decir lo que sea en su intento de opacar la genialidad de la artista.

Gabriela habla sobre la estética del arte griego y comenta que las esculturas son creaciones imaginativas porque los rasgos de la belleza fueron tomados de los griegos, pero en sí observaron lo mejor de cada uno y lo llevaron al arte, como los rizos perfectos, la nariz firme y refinada, ella explica que los griegos tomaron los mejores elementos de sí mismos para hacerse una imagen genial de ellos, pero esta imagen sólo es imaginación. Nuestra Nobel realiza una analogía sobre la belleza de los pueblos originarios y comenta que acá no hemos sido capaces de dar relevancia a los rasgos del indígena, de formar un dios con sus rasgos, con su color de piel, con sus melenas negras. Si fuésemos capaces de crear esculturas con real realce del mundo indígena, de seguro que podríamos crear una identidad bastante diferente a la que proyecta el colono alemán, italiano, con sus rasgos europeos. En este sentido me parece que Gabriela tiene razón y muestra la poca autoestima que tenemos hacia nuestras raíces, aunque quizás eso también esté cambiando un poco. Hay lugares en donde el “mapuzungun” está transcrito intentando mostrar el significado de las cosas hacia el idioma de los pueblos originarios. Es importante la reivindicación actual de todos los pueblos originarios, es necesario no dejarlos en la periferia y traerlos al centro de la sociedad, dándoles protagonismo en su cosmovisión y sus maneras de vivir.

“Cuando rara vez miro mi cuerpo en el espejo, no me acuerdo del indio, pero no hay vez que yo esté sola con mi alma, que no la vea. Tenemos hasta un punto en que esa otra máscara vasca se deshace y no me  queda sino el indio químicamente puro (1938)”. pág. 54
En este otro fragmento la poeta se refiere a las oportunidades que se le deja al indígena. “El indio se queda sin suelo, sin herramientas y sin educación agrícola; le dejan el alcoholismo y la coca, para que desaparezca por su voluntad y sin reproche para el blanco; le dejan sin tocárselos, los hábitos de la suciedad y la riña, los de brutalidad para la familia, y los de fatalismo. Reciben, si les llegan, los peores maestros; en la policía el carabinero peor, en la justicia el patrón rural mismo, si no el mayordomo”. pág. 58

“El Valle que cuento no tiene ni malos limos ni peón necio. De allí salen las cajas  de descarozados y las de pasas, que el mercado se disputa y vende sin esfuerzo. La fruta es admirable y el hombre vale otro tanto. A ese Valle del mejor clima de Chile, se le ha prometido darle sanatorios, que lleven allí tráfico y dinero; se le ha ensayado como plantel de morera para que allí se crie el gusano”. pág. 100

“Quiero estar en una tierra donde no conozca a nadie. Y, por eso, no tenga fiestas con recitaciones ni malecón con reporteros y feministas. Son las tres plagas que siguen a todo viajero hispano-americano, aun al humilde. Descansar en una playa sin más conciencia que la del caracol vacío”. pág. 157 Adoré este fragmento porque creo que todo artista que se precie de tal, a ratos necesita alejarse para estar consigo mismo y buscar nuevos motores para desarrollar su obra. No sé qué pensaría Gabriela si supiera lo mediático que está el tema del feminismo en Chile, o qué pensaría de las nuevas caras en el mundo poético, de lo necesario y hostil que es mezclarse entre la fauna chilena para quizás hablar algo de literatura, caer en lo teórico, o buscar ese espacio de reconocimiento. Por eso me agrada como escribe Gabriela, porque es clara en su manera de pensar, sabe quién es, sabe a dónde ir y sabe con quienes no quiere estar.

Este libro me ha gustado mucho porque al leer estas páginas perdidas es conocer a Gabriela desde la lejanía y cercanía a Chile, desde sus propias fragilidades, como sus problemas de salud (diabetes y problemas cardíacos), lo cual me hace comprender que en ella que no todo fue miel y hojuelas. Fue tratada como rica y ella jamás se sintió así, habiendo recibido el Nobel y teniendo vínculos con personas diplomáticas o de carácter político siento y leo que tuvo la capacidad de no deslumbrarse con el éxito y el reconocimiento. Ella supo mantenerse ligada a las causas nobles que la movían, a buscar a través de su arte mejorar el mundo campesino, buscar cómo abrigar a los niños o darles zapatos a través de UNICEF u organizaciones no gubernamentales en algunos casos. Me parece que siempre además tuvo la capacidad de saber de quienes estar cerca y de quienes alejarse a tiempo. Entre más profundizo en la prosa de ella, en cartas o en textos íntimos más reconozco su humanidad, su nobleza, su bondad y sus deseos de bonanza hacia Chile. Mis respetos siempre a Gabriela.