24.10.08

Sobre letras y más letras, en Santiago y regiones

Me di cuenta de las cosas que pasan en torno a las letras, en santiago y otras regiones. No me pareció casual, asi que decidí juntar link, para que les echen un vistazo.

http://poquitafe2008.blogspot.com/search?updated-max=2008-09-25T06%3A26%3A00-07%3A00&max-results=7

http://www.moda-pueblo.blogspot.com/

http://www.elpajaroverde.cl

http://www.lanzallamas.com/blog/

Buena onda, harta gente haciendo cosas, que no se pase a intelectualismo denso no más, todos somos intelectuales, todos pensamos.

30.3.08

V Parte Un tour por Mendoza y Chile

Caminé hacia la casa, ya había oscurecido, caminaba como si fuera pisando huevos, pensando mil idioteces, mi cerebro no conectaba ideas coherentes.
Volví a la casa, estaba mi hermano, mi amiga y los demás músicos, el ensayo ya había terminado. Me senté sobre un cajón peruano, me quité los zapatos y le dije a mi amiga si me podía probar sus chalas, me las probé, eran muy bonitas, de color verde, y con perlas brillantes, eran muy lindas.

Luego fui a dejarla a la micro, salimos, conversábamos algo, ya no lo recuerdo. Llegamos al paradero, nos despedimos, luego caminé hacia la casa, vi a alguien grande que se acercaba, inmediatamente pensé que era Fabián, creí que se había arrepentido de irse y que quería pasar una noche más en Valparaíso, pero no era él, era otra persona.
Me fui a la casa, intenté dormir, pero no pude pegar un ojo en toda la noche, sentía que me moría, como si miles de bichos me picaran en el cuerpo, y me quisieran hacer daño, pensaba en eso, pensaba en calamidades, como incidentes políticos, como guerras entre países, como si algo terrible fuera a ocurrir, en la madrugada le hablé a mi hermano, le dije que algo muy horrible ocurriría. Él me escuchaba, me decía que estuviera tranquila.

Al otro día desperté y la casa estaba sola, estaba la gata, sentí que me miraba extraño, salí casi arrancando de la casa, como si ya no pudiera estar sola, pensé en mi tía, una tía cercana que tengo en el puerto. Tomé una micro, me fui al plan, desde el plan la llamé a su celular, pasó algo muy fortuito, ella se encontraba a dos cuadras del lugar. Cuando nos encontramos me dijo que yo era bruja, ella no estaba bien, yo no estaba bien, conversamos en una plaza, encendimos unos cigarros y nos fuimos a su casa.
Estando allá sentí que iba a explotar, le pedí a mi tío que por favor me comunicara con mi padre, converse con el por Skype, conversé con él porque sentía que me iba a morir, esa era mi sensación, conversamos un rato, y nos despedimos, yo estaba mal, pensaba cosas que no era, estaba convencida de que Fabián volvería y que yo me tendría que ir con él. Pensaba que él estaba en la casa escondido, mi tía me hablaba, me miraba, pero yo estaba literalmente fuera de mí.
En la noche no apagué la luz de la pieza, tenía terror de estar a oscuras. Al otro día todos salieron a hacer sus quehaceres, mis primas chicas al colegio y mis tíos al trabajo. Estaba la señora que le ayuda a mi tía a hacer el aseo en la casa, conversé con ella, hablamos de sueños, yo le decía que siempre había que ir más allá, ver más allá de las cosas. Ella me preguntaba que por qué pensaba eso, yo sentía que sabía demasiadas respuestas y que ya no tenía que vivir, era como si yo hubiera llegado a un límite, y ya no podía resistir ese límite.

Mi tío me pidió que me quedara a almorzar, yo me quedé en la casa, en la tarde sentí otra vez la necesidad de estar en la calle, escuché que habría un simulacro de Tsunami en la región, fui al centro, todo estaba muy loco, la gente, los bomberos, habían actores contratados, hacían como si estuvieran accidentados, mi temor aumentó, hasta que me fui otra vez a la casa de mi hermano, me sentí un poco más tranquila al saber que él estaba ahí.
Me vine a santiago, cuando llegue, sentí que me tenía que ir de nuevo, le pregunté a mi papá si me tenía que ir, él se comenzó a preocupar, no saqué nada de mi mochila, el pánico venía cada vez peor.
El resto es horrible, me llevaron al médico, siquiatra, terapeuta, mis padres recurrieron a todo, a la medicina general y a la homeopatía. Una tarde mi madre se encontró en la micro con una conocida que le habló de una terapeuta, al despedirse mi madre olvidó anotar la dirección o algún número de contacto. Yo en casa continuaba mal, muchos amigos estaban preocupados de mí, a todos les agradezco mucho su presencia, yo quería estar bien, pero pasaban los días y mi sensación de vacío aumentaba. Una noche, por debajo de la puerta, una mano amiga dejó una nota, que era el número de teléfono de Margarita, la terapeuta de quien nos habían hablado. Fue providencial, supimos de inmediato que tendríamos que ir a verla.

Temprano nos preparamos para ir a visitarla, yo me sentía horrible, recuerdo que en la micro miraba hacia fuera y veía cosas que de verdad no eran, veía aves negras sobre los techos de las casas, un viento horrible que hacía que yo viera todo nublado, cuando la micro se detenía yo pensaba que nos habíamos quedado en pana, mis pensamientos era calamidades, una tras otras, como si me quedaran pocos minutos de vida. Mis padres iban conmigo, ellos estaban muy preocupados, no es fácil llevar una familia, lo increíble es que todos tenemos familia, pero a veces pasan situaciones fortuitas que envían la cotidianeidad al carajo, eso es horrible, sobre todo cuando sabemos que nada controlamos, pero bueno lo mío era un estrés, muy fuerte, y había que hacer algo, al menos hacer que yo durmiera.

Cuando llegamos a la consulta de Margarita, fue como visitar a una abuela sabia, su casa era verde. El interior tenía muchas plantas, había armonía y una sensación de tranquilidad y limpieza muy agradable. Yo en momentos estaba introvertida, luego me puse a llorar, soy muy sentimental, no sirvo para esconder cosas, soy muy sensible. Ella conversó conmigo, tenía una voz muy firme, algo que yo necesitaba, así como una combinación de voces que me hicieran volver y querer estar de nuevo, como antes.
Su casa quedaba en el centro, en el barrio antiguo de Santiago, cerca la calle Ejército, tuve la sensación de ir al año uno para mí, algo como una nueva oportunidad, pensé que ella conocía a Jodorowski, conocía su obra o algo, pero me hizo pensar en que en algo se relacionaban.
Ella me dio remedios naturales, dejé los otros remedios, y comencé poco a poco a sentirme mejor.
Estuve varios meses en casa, sin salir porque todo me daba miedo. Espero que al escribir esta historia esto nunca más vuelva, la verdad es que no se lo deseo a nadie.
Pasé muchos días a solas en mi pieza, sin hablar, sin querer estar, y no buscando comunicarme. Muchas personas estuvieron cerca de mí, en realidad se preocuparon, pero yo quería estar sola, así como vino esto se debe ir, pensaba.

Me mejoré con homeopatía y con fe, mucha fe, volví a recuperar la confianza. Igual, no quiero dar un discurso medio extraño a temas comunes, como las energías y que se yo, yo sé porque me pasó todo eso, creo que acumulé en mi mente demasiadas cosas, me alimenté mal, a veces pienso que solo fue un estrés fulminante, algo muy común cuando una sale de la universidad, algo así viví.
El resto ha sido estar bien, Fabián es mi amigo, a veces nos comunicamos por correo. El resto lo hago yo, lo mejor es llevarse bien con uno mismo. Igual pienso que hay que tener un destino, me gusta que me pasen cosas, me gusta que las cosas no siempre sean seguras, así que eso pues. Recuerdo este episodio de mi vida, como algo que me ayudó mucho, fue como enviar todo a la cresta y atreverse a hacerlo, encerrarse en casa y limpiarse.

Fin

2.3.08

IV Parte Un tour por Mendoza y Chile

Al otro día temprano me junté con Fabián y nos fuimos a Valparaíso. Él hacía unos ruidos raros, yo le preguntaba que le pasaba, pero me decía que era un alemán mal educado. Antes de tomar el bus me dijo, muy caballerosamente; Vamos a comer algo, antes de subir. Accedí a su oferta, compramos berlines y jugos. Mientras esperábamos el bus él me decía que podíamos estar muchos días en Valparaíso, yo le decía que dependía de la onda, es decir, siempre dejando un espacio entre lo que pasa, puede pasar y lo que no, yo sabía que esto sería un rato, él de todas formas se iría.

El bus iba casi vacío, muy pocas personas viajan a Valparaíso temprano un día viernes. ÉL compró un diario y mirábamos unas fotografías de una actriz chilena que a sus cuarenta años se veía regia. Yo estaba nerviosa, todo el viaje estuve nerviosa, no hablamos mucho, él durmió y yo pensaba y pensaba en que no podía resistir que entre él y yo no ocurriera nada, era como si algo me pidiera estar más ceca de él. El viaje duró una hora y media y yo estaba al lado de Fabián, él vestía una chaqueta de cuero negra, se veía muy bien. Ya estábamos muy cerca, muy cerca de llegar y yo decididamente me acerqué a él para darle un beso. Así de directa, me acerqué hacia él y le di un beso, él dijo; Ahora no. igual contesto mi beso, un beso muy inocente y se puso rojo, me miró raro, a mí me encantó cómo me miró. Me dijo que nos fuéramos a otra parte, un lugar para estar solos. Dije que si.
Excelente. Fue excelente. Luego nos fuimos a casa de mi hermano, los presenté, todo bien. Incluso Gabriel le prestó un bolsito para salir durante el día. Fuimos a la universidad, mi ex casa de estudios, vimos a los estudiantes jugar fut boll. Fabián estaba contento, le encanta el deporte, luego fuimos a comer, yo no comía nada, no sentía hambre, sentía adrenalina, el azar me provoca una exquisita sensación, es como vivir la vida, no dejar que pase por el lado, eso sentía.
Yo vestía la remera negra que me había comprado en Argentina, ésta era escotada y ajustada, me puse unos pantalones de cotelé color beige, y unos zapatos rojos muy cómodos para caminar. Luego Fabián me dijo que necesitaba urgente un ciber, fuimos a los computadores de la universidad, pero éstos eran muy lentos, así que mejor le dije que nos fuéramos la plan. Corrimos a tomar una micro, de pronto se subieron unos borracho que se pusieron a hablar fuerte, a mí me causaron gracia, después miré a Fabián y al parecer a él esto no le agradaba mucho.

Llegamos al centro y fue todo peor. A nivel local Internet se había caído y Fabián necesitaba urgente terminar unos trámites para una beca en Alemania. Se me ocurrió la idea de entrar al Instituto chileno norteamericano, seguro que ahí había alguien que nos pudiera ayudar. Llegamos a la biblioteca y expliqué la situación, las bibliotecarias a cargo le pasaron un computador y felizmente Fabián pudo terminar su trámite.
En ese rato me dediqué a mirar los libros, casi toda la colección estaba en inglés. Encontré un libro en español, me dediqué a leer un rato. Luego salimos corriendo de ahí, nos fuimos a la playa. El día estaba lindo. Yo estaba silenciosa e ida, me sentía agotada, pero ya estaba ahí paseando con Fabián. A ratos tuve la sensación de que yo no tenía nada que ver con él, que estaba con un extraño que no hablaba mi idioma y que teníamos buena onda, pero era eso. Por un momento estuve a punto de decirle que se fuera, que no había sido una buena decisión venir juntos a Valparaíso, pero nos acordamos de que teníamos mate, algo en común, así es que cambiamos de parecer.

Por la noche salimos al puerto, a la Plaza Aníbal Pinto, él necesitaba saber lo que iba a ocurrir, digamos una estructura, lo que a mí nunca me interesa, pero le dije que iríamos a comer algo, luego iríamos al Canario a tomar una botella de vino. Eso hicimos, conversamos largamente, aunque yo hablé poco de mí, en realidad más nos reíamos de gestos y bromas que hacíamos mientras tomábamos vino. Tarde volvimos a la casa, dormimos profundamente y al otro día nos fuimos a Viña. El día estuvo precioso, anduvimos en tren. Yo me sentía bien, pero quería hacer otras cosas. En la noche lo dejé solo, fui a casa de una amiga, para a verla y pasarle una revista. Cuando andaba sola por la calle comencé a sentirme rara, era como si tuviera una sensación difícil de explicar, un poco de ahogo, sentía que no tenía tiempo y a su vez me gustaba esa sensación de andar rápido por todas partes.
En la noche nos juntamos varios amigos en la plaza, Fabián venía con ellos. Fuimos a un bar, hablé mucho de arte con Elisa y me puse a beber cerveza, y vino blanco con helado de piña; pipeño. Luego nos fuimos al Gato en la ventana, ese lugar tiene música en vivo, parece una peña, pasan músicos y luego piden plata por las mesas, seguimos bebiendo, yo bebía y no paraba, era como si mi organismo resistiera todo. Al rato le dije a Fabián que nos fuéramos, que yo me quería ir. En la calle Fabián me llevó a un mapa gigante y me preguntó donde estábamos, yo ebria le apunté con el dedo y le dije que me siguiera, pese a lo borracha que me encontraba sabía perfectamente como llegar a casa.
Vi la micro y me subí, imaginé que él me seguiría. En la radio sonaba la música de Juan Luis Guerra, yo cantaba, mientras mirábamos a un matrimonio que llevaba en la micro muchas flores porque se acercaba el día de los muertos, los acompañaban unos niños pequeños, uno de ellos tenía síndrome down, sus padres eran extraños, parecían borrachos o gente que acostumbraba a estar en ese estado. Fabián los miraba muy extrañado y a su vez les ayudábamos a sostener las flores cuando la micro daba curvas por la costanera.
Llegamos a la casa sin problemas, yo apenas alcancé a lavarme los dientes y caí rendida en la cama, necesitaba dormir.

El domingo fue un día triste porque era mi último día con Fabián, le dije que subiéramos y bajáramos ascensores, los que más pudiéramos, a él le encantó la idea. Comimos algo, mientras comíamos apareció la gata y nos pidió comida, Fabián no hizo nada, yo abrí la olla y le di fideos. Él me miró como si yo fuese una persona práctica o diera solución rápida a las cosas, eso percibí. Yo estaba muy triste, ni siquiera hablábamos mucho.
Salimos de la casa preparados para un gran día, subimos el ascensor El Peral y nos dedicamos a mirar hacia distintos lugares, de repente Fabián me dijo: - Y ahora que hacemos -. Yo había visto una excursión de gringos cerca de donde nosotros estábamos, le dije que los siguiéramos y él me dijo: -Pero cómo si tú no hablas inglés, además ustedes no gustan de un país como Estados Unidos. Yo le respondí: -Si sé, pero puedo escuchar algo comprendo, sé de las conversaciones en casa con mi hermano sobre políticas, puedo tolerar otro idioma.- Bueno-. Me respondió mientras sacaba de su mochila un bloqueador con brillantes para mis brazos.

Seguimos la excursión, un tipo hablaba en inglés y yo percibía lo diferente que éramos, los países desarrollados tienen una forma de pensar o hacer las cosas distintas, me veía a mí como una sudamericana absolutamente relajada y fuera de cualquier contexto mundial, por decir algo. El grupo de la excursión bajó el cerro por unas largas escaleras, nosotros también bajamos, era muy raro ver a una gringa hablándole en inglés a un perro y además siendo amistosa con él. Cuando llegamos al plan, específicamente al Ministerio de Justicia vi un cuadro o una imagen que no puedo olvidar, el que guiaba al grupo seguía hablando en inglés, mientras un borracho lanzaba unas frases en francés, de repente sentí que todo el mundo podía estar reunido en un segundo de tiempo, las culturas, los idiomas y el conocimiento se unían en comunión, todas juntas en Valparaíso, era una extraña sensación, como descubrir algo, el mundo que siempre había imaginado y en mis narices. de pronto sentí la necesidad de seguir viajando y descubrir el mundo, caminar por lugares desconocidos y nunca más volver a tener una vida monótona y sedentaria, de no ser así yo ya no podría sentirme bien, pero esto que sentí estaba lejos, muy lejos de mi realidad. Continuamos caminando, fuimos hacia la Plaza Aníbal Pinto, yo me sentía agotada, no sentía hambre y había bajado por lo menos tres kilos de peso.
Fabián me pidió que fuéramos a la casa de Neruda, me preguntó por Canción general, yo me puse a reír y le dije que el libro se llamaba Canto general. Cuando llegamos a la Sebastiana, Fabián se acerco a las niñas que hacían la gestión de entrada, él mostró su credencial de estudiante para consultar sobre un descuento, ellas contestaron que esa promoción solo servía en día de semana. Yo miraba de cerca y veía que ambas le sonreían, encontraban guapo a Fabián.
Él, viendo la situación a su favor, les dijo que era su último día en Valparaíso, de no entrar hoy, no podría visitar la casa, ellas lo miraron y le dijeron que bueno, que por esta vez podríamos entrar, así que entramos sin mayor problema.
En el primer salón de la casa de Neruda, hay varios documentos, escritos en distintos idiomas, en donde aparece la historia cronológica del poeta. Fabián comenzó a leer sentado en un sillón, yo estaba a su lado y de pronto me peguntó la fecha en que había muerto el poeta, le dije que el 23 de septiembre de 1973, días después del golpe de estado. No me dijo nada, no sé si me preguntó en función de saber si yo sabía o por evitar continuar leyendo el documento para turistas, en fin, continuamos conociendo la casa, las habitaciones, los gustos del poeta y algunos objetos que quedaron en la casa.
Al rato apareció una amiga, salimos de la casa, y caminamos hacia el plan. Fabián decía que caminábamos demasiado, en Valparaíso mi costumbre es caminar por todas partes, y mi amiga también compartía esa idea.
La tarde seguía asoleada, mucho, pero mucho sol. Él también le decía a mi amiga que yo era un sol, y que además siempre tenía lo que se le ocurriera, como chocolates en mi bolso, alguna manzana, o jugo, para aliviar la tarde.
Fuimos los tres a casa de mi hermano. Ya en la casa, el ambiente era distinto, había amigos de mi hermano tocando música, ensayaban, y la música era muy alegre, algo así como Bosanova, el sol continuaba radiante, la casa estaba muy iluminada. Fabián comenzó a ordenar sus cosas, sentí una sensación de pérdida terrible, le dije que no se fuera, pero él tenía que continuar su viaje hacia San Pedro de Atacama.
Hubo un momento en que me abrazo tan fuerte, pero tan fuerte, que sentía que a él le pasaba lo mismo, que no quería irse, pero que era inevitable nuestra despedida.
Al rato le dije a mi amiga que me esperara en la casa, que iría a dejar a Fabián a algún lugar y que ya volvía.
Salimos de la casa, todavía había luz, yo estaba en pánico, en un terrible pánico, pero todavía no descubría que me estaba pasando.

Nos acercamos hacia el paseo 21 de mayo, me preguntó que cómo llegaba al Terminal, le dije que siguiera bajando y que en el plan podría tomar una micro, no sé si me entendía bien, solo me dijo: - No más Fabián. – Yo le dije: No más Fabián. Nos dimos un abrazo extraño, como si no nos quisiéramos abrazar, un beso en la cara, y adiós, Fabián desapareció y yo me quedé con la sensación de que en realidad no se había ido, que estaba por ahí escondido mirándome, ya la realidad no tenía ninguna conexión en mi mente, así no podía volver a la casa, me senté en el mirador, a pensar e intentar ordenar mi cabeza, pero lo único que sentía era que Fabián estaba ahí, y que no era verdad que se había ido.

Pasó algo muy raro, estaba yo sentada en el mirador, con una terrible sensación y se me acercó un hombre, como de unos cincuenta años, me preguntó que hacía ahí, le dije que nada, que solo quería pensar un rato. Me contó su vida, como si yo lo quisiera escuchar, me dijo que era escritor, que había publicado un librito, y que tenía una página Web, incluso me anotó la dirección en un papel para que yo la viera después, le pregunté si alguna vez se había enamorado, me dijo que no, que nunca se había enamorado, que había tenido varias relaciones, pero que en realidad no sabía lo que era el amor. Triste su realidad. Me invitó a tomar once a su casa, le dije que no, que quería estar sola, y que no se preocupara. Logré convencerlo para que me dejara sola. Y yo continuaba con una sensación horrible de muerte, de pánico, de una vulnerabilidad absoluta.

3.1.08

III Parte Un tour por Mendoza y Chile

Al día siguiente tomé un taxi, rumbo al Terminal internacional. Me despedí de dos amigas para volver a verlas en algún nuevo Congreso de Bibliotecarios. Me emocioné cuando ya iba en el taxi, miré hacia a tras y vi los cinco días en Mendoza tan completos de amistad y buenaventura.

Cuando llegué al Terminal conversé con varias personas, pero sentía algo extraño, sabía que volvería a Chile, a mi casa, pero no sé algo en el ambiente me hacía sentir vulnerable. De pronto fui a dejar mi mochila y vi a un hombre alto, un gringo. Él me vio, yo lo vi.

Me subí al bus y bueno, el mismo joven se sienta a mi lado. Coincidencias. Luego comenzó a toser, parece que le molestaba el clima, hasta que preferí preguntarle, qué era lo que le ocurría, me dijo que había estado haciendo deporte y muchas cosas, así es que si estornudaba sentía alivio.

Eres español – Le pregunté. No, alemán – Respondió.

Yo estaba muy cómoda en el bus, traía chocolates, había podido traer todo lo que quería, lo que más me interesaba era traer mate, el verdadero, el que tiene palos gruesos.

Comencé a conversar con mi acompañante de bus, empático él, además venían mostrando una película de Jim Carrey, sus gestos nos hacían reír mucho.

A ratos nos mirábamos, así como; ¿quién eres tu?, ¿quién soy yo? También había silencio, eso es muy importante, una amiga mía dijo que no hay comunicación más comunicativa en donde las palabras han sido reemplazadas por el silencio, sabia ella.

Y así avanzaba el viaje. Pasamos el cerro Aconcagua, el cual yo no conocía y ante sus preguntas geográficas me sentía ignorante, pero me defendía con lo que mi mente me aportaba en el momento.

Cuando pasamos por la aduana yo sentí temor por los perros, eran esos blancos especialistas en encontrar drogas, olían todo, los sentí cerca de mis pies, tuve susto, pero Fabián estaba al lado mío, era como si me estuviera protegiendo, yo estaba silenciosa mientras completábamos la ficha con los datos personales, él hacía lo mismo. Cuando tuvimos que bajar las cosas del bus, él hizo todo.

Cuando llegamos al Terminal de Santiago, se le acercaron algunas personas para ofrecerle un lugar para alojar, Fabián no les habló. Yo, por mi parte, lo acompañé a la estación del metro para dejarlo allí, él me preguntó si al día siguiente yo iría al centro, yo le dije que lo más probable era que si, me pidió que lo acompañara, que fuera su guía turística. Yo acepté. Le di mi teléfono de casa y mi correo electrónico y nos despedimos.

Al día siguiente, martes exactamente, nos juntamos en la estación de metro Santa Lucía, el día estaba precioso, eran días de octubre, plena primavera. Fuimos al banco, caminamos por las calles principales del centro, luego fuimos al Parque forestal y luego al cerro San Cristóbal. Para mí era reconocer la capital de nuevo, verla desde lo antiguo o lo bello que quedaba, recordar el pasado, ciertos edificios, descubrirla para un amigo que venía desde tan lejos a conocer Chile. Entre caminar y conocer nos tomábamos fotografías, nos reíamos mucho, compartíamos algunas frases en alemán. Fabián andaba solo como un viajero, a cada rato sentía hambre, así es que mejor le dije que viniera a mi casa a almorzar, para evitar tener que ir a cada rato a un restaurante.

El miércoles me levanté temprano, me sentía muy agotada, me puse a hacer aseo y preparar algunos detalles para el almuerzo, hice papas cocidas con mayonesa, carne y ensaladas, a la una del día fui a buscar a Fabián. Pasamos al supermercado, él compró vino y jugo para salir nuevamente. Llegamos a mi casa, conoció a mi padre, ambos fueron simpáticos, Fabián tenía una capacidad de adaptación increíble, pese a que no entendía todo, él comprendía o al menos eso intentaba. Luego de almorzar y ver Internet nos fuimos al centro para que Fabián conociera el Museo de Bellas Artes. A mí me agradaba mucho Fabián, me hacía reír, no sé si era su carácter combinado con el mío o qué, pero me parecía haber conocido a alguien que ya conocía, con una química excepcional.

Estuvimos en el museo, Fabián me decía que yo no debía hacer todo lo que él quisiera, debía decidir, yo tenía mis propios gustos, como tomar café y fumar cigarros, pero no sabía si él compartiría mis gustos, de modo que a ratos le pedía que nos sentáramos en un lugar para descansar y me diera tiempo de fumar. Luego de ir al museo fuimos al Cerro Santa Lucía, estuvimos mirando desde lo alto las superficies de los edificios como la Biblioteca Nacional y departamentos cercanos. A ratos Fabián escribía postales y me decía que necesitaba solucionar unos problemas en Internet, debía finalizar su postulación a una beca en Alemania, yo le dije que nos coordináramos, en alemán se dice igual esta palabra, así que a ratos nos entendíamos, además yo me tenía que juntar con una amiga y se lo quería presentar. Fabián me había mencionado que quería viajar a Valparaíso, yo podía ir con él, pero tenía que gestionar nuestra estadía con mi hermano, ni siquiera había pensado en esa posibilidad, me sentía cansada, agotada, con ganas de tener días para pensar, pero todo era tan rápido, tan intenso que no me detuve ni un minuto. Más tarde, mi amiga llegó a nuestro encuentro, Fabián comió algo y nosotras nos pusimos a beber cerveza.

Cuando Beatriz llegó a juntarse con nosotros yo pensé que Fabián se iría pronto. Imaginé que no hablaría mucho, que no se interesaría demasiado en nuestra conversación. Ocurrió todo lo contrario, él se mostraba muy interesado de entendernos y conocer nuestras vidas, lo que bebemos o cómo carreteamos, eso a mí me agradaba cada vez más.

Mientras hablábamos en medio de la cerveza, Beatriz nos dijo que por qué no íbamos juntos a Valparaíso. Fabián dijo que a él le gustaría mucho que eso ocurriera. A mí él antes ya me lo había insinuado, pero yo no decidía si ir o no. De un momento a otro decidí decir que si, la vida es ahora, solo tenía que llamar a mi hermano para que en Valparaíso nos recibiera en su casa y listo, no teníamos por qué tener algún problema.

Yo viajé a Mendoza por unos días, volví a Chile y seguí viajando, conociendo, en realidad si hubiese tenido más dinero me habría ido a cualquier parte con Fabián. Importa mucho la compañía, y sobre todo tener gustos o formas parecidas. El día que no nos vimos, tuve muchas cosas que hacer. Fui a la Feria del libro de la estación Mapocho, me junté con una amiga y estaba obstinada por terminar una fábula, tenía ansiedad de hacer cosas, una tras otras, no paraba y entre los preparativos de la mochila se me fue la tarde.