9.6.10

Hay que leer a Pedro Lemebel

“Llegué a la escritura sin quererlo. Iba para otro lado, quería ser cantora, trapecista o una india pájara trinándole al crepúsculo. Pero la lengua se me enroscó de impotencia, y en vez de claridad o emoción letrada, produje una jungla de ruidos. No fui musiquera ni canté al oído de la trascendencia para que me recordara a la diestra del paraíso neoliberal”


Pedro Lemebel, reconocido escritor chileno y destacada figura de los círculos culturales de nuestro país. En su creación literaria se denota la capacidad de contar historias marginales de hombres y mujeres dueños de vidas austeras, anarquistas, en algunos casos, sus historias son reales, en sus libros inmortaliza vidas de gente común y corriente, todos girando y viviendo en la ruidosa capital.

Aparece la temática de la sexualidad y la homosexualidad en todos sus libros. Relata como viven, como piensan, como sienten, la música que escuchan los movimientos homosexuales de los años ochenta, incluyendo también movimientos homosexuales del resto del mundo. Cuesta imaginar, por ejemplo que los homosexuales que viven en Nueva York, adoran las letras de las canciones de Miriam Hernández, y cantan sus baladas hasta altas horas de la madrugada, cuesta imaginar que si un homosexual no tiene dinero para hacerse un implante de mamas, decida embriagarse y operarse el mismo. Relatos como estos aparecen en sus libros.

Lo interesante de Pedro Lemebel es como él refleja esas vidas, y muestra, por así decir, mundos privados, vidas marginales, inconclusas, con sueños, algunas sin expectativas, otras carentes, pero siempre con el ingenio de realizar lo impensable sin dinero.

Lo que se destaca en Lemebel, es que cuenta historias, sin querer transformarlas en otra cosa, él relata vidas difíciles, y las muestra así como son. Se aleja del convencionalismo para mostrar vidas crudas, pobres, con un inmenso mundo por conocer, visiones interesantes sobre como viven la vida los homosexuales en nuestro país. La literatura de Pedro Lemebel es valiente, atractiva, nos muestra lo que no queremos ver, nos hace recordar esa parte de la sociedad que no vemos.


Pedro Mardones nace a mediados de la década del cincuenta. Es escritor, artista visual y cronista. En la década de los ochenta participó en innumerables perfomance paródicas, con Las yeguas del Apocalipsis, en donde junto a Francisco Casas mostraban orgullosos su condición homosexual.
En el año 1982 obtiene el Primer Premio del Concurso Nacional de cuentos Javiera Carrera.
Sus relatos aparecieron en Incontables, 1986. En 1992 dictó el seminario "Eva dice a Adán" en la Universidad Católica de Valparaíso. En 1992 publicó crónicas en Página abierta y al año siguiente fue editor de esa revista. Hizo la presentación de Carlos Monsiváis en el Seminario Utopías que tuvo lugar en Santiago en 1993. Participó del Festival Cultural Stonewall, Nueva York, en 1994. Este mismo año empezó a publicar crónicas en el diario La Nación. Participa de la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción en 1996, y dicta el seminario sobre Crónica urbana de la Universidad Playa Ancha de Valparaíso. También ese año colabora en la revista Lamda, empieza su programa radical Cancionero en Radio Tierra, dicta un taller de crónica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Chile y recibe la beca Fondart para el proyecto del libro de crónicas "De perlas y cicatrices. Participa del seminario "Crossing and Sexual Borders," en New York University 1996. Al año siguiente viaja a La Habana para intervenir en la Biena de Arte. Desde el 98 es cronista de la revista Punto Final. Aparecen las primeras traducciones de sus crónicas al inglés en las revistas Grand Street y Nacla Report.

Sus libros;
Los incontables 1986
Adiós mariquita linda 2004
De perlas y cicatrices 1998
La esquina de mi corazón 1995
Loco afán 1996
Zanjón de la aguada 2003
Tengo miedo torero 2001
Serenata cafiola 2008

2.6.10

Yo no sé

Hoy yo no se, me vino un derroche energético, de esos que te hacen despertar antes de que el despertador suene, y pensé, Oh!!! Tengo muchas ganas de hacer cosas...prendí el computador vi un video, y pensé en tantas cosas, en tantos días, olores, colores, horas, las horas solo sirven para ordenarnos, pero en realidad pueden no estar.


Me fije que hacia frío, pero que yo no sentía frío, pensé en que de verdad podría resfriarme, y luego pensé en que eso era muy aburrido.

Mejor pienso en el mundo y veo este globo como una bola inmensurable, un lugar indescriptible, imposible de definirlo, donde todos chocamos con todos, y nosotros somos un lindo pueblo.


Recordé el calor del Caribé y miré el otoño por mi ventana. Pensé en un amigo, que no ve Internet y que solo usa la bicicleta, va de pesca por las mañanas, y no cuenta le dinero, no le interesa.

Pensé en otras personas, algunas que no se soportan dentro de sí, pero siguen sus vidas, porque no se atreven a dar un disparo como nuestra Violeta.

Soy un conjunto de materia que escribe lo que ve y mira, mi propia película, y escribo viendo a muchas persona frente a mí, y eso más me gusta, me agrada que todos seamos tan distintos.


Hace unos días había lluvia, un poco de lluvia, luego de la lluvia los perros corrían en las plazas, revoloteaban en el pasto, y jugaban, embarrados, mojados, sin tiempo, sin pensar, como animales que son no?

Espero nada me quite esta inspiración que tengo hoy. La vida tiene sentido con otro. Mientras en las calles suena la música, la gente camina, algunos con cara de nada, otros con evidentes necesidades, pero con una experiencia distinta. Se me fue la idea, me voy, no puedo, luego mi cabeza vuelve a crear algo. Me gustaría que las letras y yo nos mezclásemos para siempre, eso es tan inocente, no sé, ¿por qué no escribirlo?

Yo me iría a caminar a Copacabana, para luego tomar un vuelo a China, luego volver a la torre Eiffel, tomarme una linda foto ahí, escapar de países donde haya guerra, o conflictos políticos.


Yo iría otra vez a México, pero a otros lugares, caminar y llegar a casa de Frida, en Coyoacán, luego comer un taco de pollo, y volver a otro lugar, entrar y salir de hostales, subir y bajar de buses y metros, ver el tren, ver otro atardecer, ver desde donde se va el sol, no siempre es el mismo lugar.

Y caminar por lugares donde no entienda nada y donde el riesgo esté a cada rato, porque la vida es eso, un impulso extraño que nos mueve y nos lleva sin saber donde, nada controlamos, nada somos, ni siquiera somos dueños de lo que hablamos, solo transitamos. Hoy me siento bien.