23.3.20

Todas esas muertes. Carlos Droguett


Buenísimo el comienzo de la novela Todas esas muertes, del gran Carlos Droguett. Comienza con la apología entre el arte y el crimen, mezclados con una soledad colosal.

Frag. “En esto es ejemplar Emilio Dubois. Quiso ser un real artista del crimen y para serlo cabalmente sólo le faltó tiempo. Cerrajero y fabricante de cajas de fondo, se hacía llamar ingeniero y no olvidaba su triste infancia en la provincia francesa , “esa infancia que no me es cara ni aborrecida, pero en la cual sufrí las humillaciones de la pobreza” pág.10

Si quiere conocer la vida de Emilio Dubois, quien es una leyenda o mito urbano que descansa en el cementerio N° 3 de Valparaíso esta es la obra perfecta para hacerlo. Como viví varios años allá me parece que ese puerto está lleno de almas que van y vienen, penan y se quedan ahí atrapadas en su intranquilidad. Dicen por ahí que hay que tenerle más miedo a los vivos, los muertos velarán por su descanso y sus maneras de estar en la muerte. 
“Está lloviendo en el cementerio de Playa Ancha: Cualquier día trepa el mar por las rocas y se desparrama por los jardines y los cuarteles, lavando las lápidas para leerlas y bajando hacia el patio de los párvulos. pág. 42
“Fedor era un cobarde que no se atrevió a ser asesino, escribía sus grandiosos folletines con el cuchillo todavía empapado  que dejó tirado en la nieve su primo idiota, aquel bastardo de Stavroguin”. Pág. 51

“¿Sabe? La muerte me anda rondando para que asesine a la gente, me empuja a hacerlo, me ruega, me llora, me pone tentaciones, me ofrece bocas probables, ojos que están dejando de llorar, me ofrece puertas, ventanas, zaguanes, pasadizos ascensores, yo entro por ellos, camino por ellos y conmigo el silencio, un paquete de silencio, dos paquetes, a veces completamente silenciosos, otras veces atravesados por suspiros, lágrimas, ronquidos, espantosos ronquidos viscerales, yo me alzo y cae de mis manos el silencio, lo saco de mis bolsillos, a veces de mi boca , abro un cajón de la cómoda, del escritorio y escurre silencioso el silencio, yo me hago a un lado, cojo los guantes, cojo el sombrero, me torno de espaldas a los muebles y vuelto a la ciudad regreso a ella, bajo hacia ella”. pág. 63 
Esta obra de verdad da miedo leerla porque de lleno se conoce la mente de un asesino. Recomiendo esta novela, pero no es apta para mentes asustadizas. Carlos Droguett siempre, pero siempre entrega buena prosa, escribe como un verdadero escritor, es perfecto en su oficio. Este libro es 100% recomendable.



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