2.3.08

IV Parte Un tour por Mendoza y Chile

Al otro día temprano me junté con Fabián y nos fuimos a Valparaíso. Él hacía unos ruidos raros, yo le preguntaba que le pasaba, pero me decía que era un alemán mal educado. Antes de tomar el bus me dijo, muy caballerosamente; Vamos a comer algo, antes de subir. Accedí a su oferta, compramos berlines y jugos. Mientras esperábamos el bus él me decía que podíamos estar muchos días en Valparaíso, yo le decía que dependía de la onda, es decir, siempre dejando un espacio entre lo que pasa, puede pasar y lo que no, yo sabía que esto sería un rato, él de todas formas se iría.

El bus iba casi vacío, muy pocas personas viajan a Valparaíso temprano un día viernes. ÉL compró un diario y mirábamos unas fotografías de una actriz chilena que a sus cuarenta años se veía regia. Yo estaba nerviosa, todo el viaje estuve nerviosa, no hablamos mucho, él durmió y yo pensaba y pensaba en que no podía resistir que entre él y yo no ocurriera nada, era como si algo me pidiera estar más ceca de él. El viaje duró una hora y media y yo estaba al lado de Fabián, él vestía una chaqueta de cuero negra, se veía muy bien. Ya estábamos muy cerca, muy cerca de llegar y yo decididamente me acerqué a él para darle un beso. Así de directa, me acerqué hacia él y le di un beso, él dijo; Ahora no. igual contesto mi beso, un beso muy inocente y se puso rojo, me miró raro, a mí me encantó cómo me miró. Me dijo que nos fuéramos a otra parte, un lugar para estar solos. Dije que si.
Excelente. Fue excelente. Luego nos fuimos a casa de mi hermano, los presenté, todo bien. Incluso Gabriel le prestó un bolsito para salir durante el día. Fuimos a la universidad, mi ex casa de estudios, vimos a los estudiantes jugar fut boll. Fabián estaba contento, le encanta el deporte, luego fuimos a comer, yo no comía nada, no sentía hambre, sentía adrenalina, el azar me provoca una exquisita sensación, es como vivir la vida, no dejar que pase por el lado, eso sentía.
Yo vestía la remera negra que me había comprado en Argentina, ésta era escotada y ajustada, me puse unos pantalones de cotelé color beige, y unos zapatos rojos muy cómodos para caminar. Luego Fabián me dijo que necesitaba urgente un ciber, fuimos a los computadores de la universidad, pero éstos eran muy lentos, así que mejor le dije que nos fuéramos la plan. Corrimos a tomar una micro, de pronto se subieron unos borracho que se pusieron a hablar fuerte, a mí me causaron gracia, después miré a Fabián y al parecer a él esto no le agradaba mucho.

Llegamos al centro y fue todo peor. A nivel local Internet se había caído y Fabián necesitaba urgente terminar unos trámites para una beca en Alemania. Se me ocurrió la idea de entrar al Instituto chileno norteamericano, seguro que ahí había alguien que nos pudiera ayudar. Llegamos a la biblioteca y expliqué la situación, las bibliotecarias a cargo le pasaron un computador y felizmente Fabián pudo terminar su trámite.
En ese rato me dediqué a mirar los libros, casi toda la colección estaba en inglés. Encontré un libro en español, me dediqué a leer un rato. Luego salimos corriendo de ahí, nos fuimos a la playa. El día estaba lindo. Yo estaba silenciosa e ida, me sentía agotada, pero ya estaba ahí paseando con Fabián. A ratos tuve la sensación de que yo no tenía nada que ver con él, que estaba con un extraño que no hablaba mi idioma y que teníamos buena onda, pero era eso. Por un momento estuve a punto de decirle que se fuera, que no había sido una buena decisión venir juntos a Valparaíso, pero nos acordamos de que teníamos mate, algo en común, así es que cambiamos de parecer.

Por la noche salimos al puerto, a la Plaza Aníbal Pinto, él necesitaba saber lo que iba a ocurrir, digamos una estructura, lo que a mí nunca me interesa, pero le dije que iríamos a comer algo, luego iríamos al Canario a tomar una botella de vino. Eso hicimos, conversamos largamente, aunque yo hablé poco de mí, en realidad más nos reíamos de gestos y bromas que hacíamos mientras tomábamos vino. Tarde volvimos a la casa, dormimos profundamente y al otro día nos fuimos a Viña. El día estuvo precioso, anduvimos en tren. Yo me sentía bien, pero quería hacer otras cosas. En la noche lo dejé solo, fui a casa de una amiga, para a verla y pasarle una revista. Cuando andaba sola por la calle comencé a sentirme rara, era como si tuviera una sensación difícil de explicar, un poco de ahogo, sentía que no tenía tiempo y a su vez me gustaba esa sensación de andar rápido por todas partes.
En la noche nos juntamos varios amigos en la plaza, Fabián venía con ellos. Fuimos a un bar, hablé mucho de arte con Elisa y me puse a beber cerveza, y vino blanco con helado de piña; pipeño. Luego nos fuimos al Gato en la ventana, ese lugar tiene música en vivo, parece una peña, pasan músicos y luego piden plata por las mesas, seguimos bebiendo, yo bebía y no paraba, era como si mi organismo resistiera todo. Al rato le dije a Fabián que nos fuéramos, que yo me quería ir. En la calle Fabián me llevó a un mapa gigante y me preguntó donde estábamos, yo ebria le apunté con el dedo y le dije que me siguiera, pese a lo borracha que me encontraba sabía perfectamente como llegar a casa.
Vi la micro y me subí, imaginé que él me seguiría. En la radio sonaba la música de Juan Luis Guerra, yo cantaba, mientras mirábamos a un matrimonio que llevaba en la micro muchas flores porque se acercaba el día de los muertos, los acompañaban unos niños pequeños, uno de ellos tenía síndrome down, sus padres eran extraños, parecían borrachos o gente que acostumbraba a estar en ese estado. Fabián los miraba muy extrañado y a su vez les ayudábamos a sostener las flores cuando la micro daba curvas por la costanera.
Llegamos a la casa sin problemas, yo apenas alcancé a lavarme los dientes y caí rendida en la cama, necesitaba dormir.

El domingo fue un día triste porque era mi último día con Fabián, le dije que subiéramos y bajáramos ascensores, los que más pudiéramos, a él le encantó la idea. Comimos algo, mientras comíamos apareció la gata y nos pidió comida, Fabián no hizo nada, yo abrí la olla y le di fideos. Él me miró como si yo fuese una persona práctica o diera solución rápida a las cosas, eso percibí. Yo estaba muy triste, ni siquiera hablábamos mucho.
Salimos de la casa preparados para un gran día, subimos el ascensor El Peral y nos dedicamos a mirar hacia distintos lugares, de repente Fabián me dijo: - Y ahora que hacemos -. Yo había visto una excursión de gringos cerca de donde nosotros estábamos, le dije que los siguiéramos y él me dijo: -Pero cómo si tú no hablas inglés, además ustedes no gustan de un país como Estados Unidos. Yo le respondí: -Si sé, pero puedo escuchar algo comprendo, sé de las conversaciones en casa con mi hermano sobre políticas, puedo tolerar otro idioma.- Bueno-. Me respondió mientras sacaba de su mochila un bloqueador con brillantes para mis brazos.

Seguimos la excursión, un tipo hablaba en inglés y yo percibía lo diferente que éramos, los países desarrollados tienen una forma de pensar o hacer las cosas distintas, me veía a mí como una sudamericana absolutamente relajada y fuera de cualquier contexto mundial, por decir algo. El grupo de la excursión bajó el cerro por unas largas escaleras, nosotros también bajamos, era muy raro ver a una gringa hablándole en inglés a un perro y además siendo amistosa con él. Cuando llegamos al plan, específicamente al Ministerio de Justicia vi un cuadro o una imagen que no puedo olvidar, el que guiaba al grupo seguía hablando en inglés, mientras un borracho lanzaba unas frases en francés, de repente sentí que todo el mundo podía estar reunido en un segundo de tiempo, las culturas, los idiomas y el conocimiento se unían en comunión, todas juntas en Valparaíso, era una extraña sensación, como descubrir algo, el mundo que siempre había imaginado y en mis narices. de pronto sentí la necesidad de seguir viajando y descubrir el mundo, caminar por lugares desconocidos y nunca más volver a tener una vida monótona y sedentaria, de no ser así yo ya no podría sentirme bien, pero esto que sentí estaba lejos, muy lejos de mi realidad. Continuamos caminando, fuimos hacia la Plaza Aníbal Pinto, yo me sentía agotada, no sentía hambre y había bajado por lo menos tres kilos de peso.
Fabián me pidió que fuéramos a la casa de Neruda, me preguntó por Canción general, yo me puse a reír y le dije que el libro se llamaba Canto general. Cuando llegamos a la Sebastiana, Fabián se acerco a las niñas que hacían la gestión de entrada, él mostró su credencial de estudiante para consultar sobre un descuento, ellas contestaron que esa promoción solo servía en día de semana. Yo miraba de cerca y veía que ambas le sonreían, encontraban guapo a Fabián.
Él, viendo la situación a su favor, les dijo que era su último día en Valparaíso, de no entrar hoy, no podría visitar la casa, ellas lo miraron y le dijeron que bueno, que por esta vez podríamos entrar, así que entramos sin mayor problema.
En el primer salón de la casa de Neruda, hay varios documentos, escritos en distintos idiomas, en donde aparece la historia cronológica del poeta. Fabián comenzó a leer sentado en un sillón, yo estaba a su lado y de pronto me peguntó la fecha en que había muerto el poeta, le dije que el 23 de septiembre de 1973, días después del golpe de estado. No me dijo nada, no sé si me preguntó en función de saber si yo sabía o por evitar continuar leyendo el documento para turistas, en fin, continuamos conociendo la casa, las habitaciones, los gustos del poeta y algunos objetos que quedaron en la casa.
Al rato apareció una amiga, salimos de la casa, y caminamos hacia el plan. Fabián decía que caminábamos demasiado, en Valparaíso mi costumbre es caminar por todas partes, y mi amiga también compartía esa idea.
La tarde seguía asoleada, mucho, pero mucho sol. Él también le decía a mi amiga que yo era un sol, y que además siempre tenía lo que se le ocurriera, como chocolates en mi bolso, alguna manzana, o jugo, para aliviar la tarde.
Fuimos los tres a casa de mi hermano. Ya en la casa, el ambiente era distinto, había amigos de mi hermano tocando música, ensayaban, y la música era muy alegre, algo así como Bosanova, el sol continuaba radiante, la casa estaba muy iluminada. Fabián comenzó a ordenar sus cosas, sentí una sensación de pérdida terrible, le dije que no se fuera, pero él tenía que continuar su viaje hacia San Pedro de Atacama.
Hubo un momento en que me abrazo tan fuerte, pero tan fuerte, que sentía que a él le pasaba lo mismo, que no quería irse, pero que era inevitable nuestra despedida.
Al rato le dije a mi amiga que me esperara en la casa, que iría a dejar a Fabián a algún lugar y que ya volvía.
Salimos de la casa, todavía había luz, yo estaba en pánico, en un terrible pánico, pero todavía no descubría que me estaba pasando.

Nos acercamos hacia el paseo 21 de mayo, me preguntó que cómo llegaba al Terminal, le dije que siguiera bajando y que en el plan podría tomar una micro, no sé si me entendía bien, solo me dijo: - No más Fabián. – Yo le dije: No más Fabián. Nos dimos un abrazo extraño, como si no nos quisiéramos abrazar, un beso en la cara, y adiós, Fabián desapareció y yo me quedé con la sensación de que en realidad no se había ido, que estaba por ahí escondido mirándome, ya la realidad no tenía ninguna conexión en mi mente, así no podía volver a la casa, me senté en el mirador, a pensar e intentar ordenar mi cabeza, pero lo único que sentía era que Fabián estaba ahí, y que no era verdad que se había ido.

Pasó algo muy raro, estaba yo sentada en el mirador, con una terrible sensación y se me acercó un hombre, como de unos cincuenta años, me preguntó que hacía ahí, le dije que nada, que solo quería pensar un rato. Me contó su vida, como si yo lo quisiera escuchar, me dijo que era escritor, que había publicado un librito, y que tenía una página Web, incluso me anotó la dirección en un papel para que yo la viera después, le pregunté si alguna vez se había enamorado, me dijo que no, que nunca se había enamorado, que había tenido varias relaciones, pero que en realidad no sabía lo que era el amor. Triste su realidad. Me invitó a tomar once a su casa, le dije que no, que quería estar sola, y que no se preocupara. Logré convencerlo para que me dejara sola. Y yo continuaba con una sensación horrible de muerte, de pánico, de una vulnerabilidad absoluta.

3 comentarios:

hipoceronte dijo...

Muy sincero todo.

Nos vemos este domingo.

carolinaiglesias dijo...

Gracias Lucho!!!

Cachai que yo pense que la historia iba a ser más corta, pero vienen detalles que hacen que se alargue un poco, luego publico la V parte, nos vemos el domingo.

Unknown dijo...

Linda Historia!!!

A lo mas Bárbara Méndez jaja.

Me gusto y espero la V parte.

Amiga cuidate mucho y espero que te encuentres muy bien.

besos y abrazos.

Bárbara Méndez tu Mentora, Inspiracion, Guru Etc ...

jeje