23.10.16

Hombre de café. Rodrigo Eloy Lares Bassa



Estamos frente a tres relatos ambientados en Venezuela. Sus personajes trabajan en la producción del café. En Venezuela al café le dicen  “marroncito”. En cambio, en Colombia, en la zona costera le dicen “tinto”, es tan curiosa sudamérica que en cada país tenemos diferentes nombres para el café. De hecho ahora mismo me preparé un café, imposible no hacerlo, ya que al leer esta novela, sobre todo en el último relato en olor a café se siente todo el rato.

Comparto este fragmento para introducirnos en la novela. “En el país los habitantes podían vivir de dos maneras; una, obviando los temas políticos con lo cual vivían tranquilos, o dos, atentos a ellos, con lo cual pasaban a sufrir una especie de persecución. Así, de forma automática, se respiraban dos mundos en uno solo o mejor dicho, en una misma tierra. p. 22

Este libro me fue conquistando de a poco. Tiene un lenguaje rico en matices y vocabulario. Sus personajes son bien construidos, las características en ellos son verosímiles. Aparecen palabras como “carnestolendas”, desconocida en su significado para mí. Comencé a averiguar y llegué a ciertos acercamientos sobre su procedencia. Esta palabra significa “ayuno”, en celebraciones católicas se usa al inicio de la Cuaresma. Es una palabra española. Toleadas. Se refiere a un periodo donde no se come carne, en medio de las fiestas del carnaval. Último banquete con carne antes de los cuarenta días de la cuaresma. Esta palabra compuesta tiene relación con la religión y con pecar antes de la cuaresma, tiene un sentido de creencia, tradición, por así decirlo.
Fragmento “Fue pues, por el algodón que se decidió bautizar al pueblo como Algodones de Pinar, y debido a la fama que tomaron las peleas de gallo, la región se llenó de personas ansiosas de trabajar en ella, pudiéndose además producir frutales diversos (lechosa, aguacate, guanábana, mango, guayaba y pornagás) y caraotas, soya, huevos, conejos de raza pura, caballos, heno, tomate, cebolla, berenjena, repollo y pimentón. p.42 - 43.

Fragmento con olor a café. “La cafetería tenía una vieja gramola y tantas mesas como personas iban, incluso era normal improvisar alguna. Los domingos se recogía el chinchorro de la terraza y se colocaba el tablón que hacía de barra para atender a todos los asistentes. Había un solo baño, el cual era utilizado nada más por las mujeres, pues los hombres ya por inercia, se dirigían al pequeño establo (próximo a la cafetería) para descargarse mientras hablaban con Clotilde, y otros, por el contrario desahogaban allí sus penas que florecían con la borrachera. p. 95

Olvidé quien me regaló este libro, quien haya sido, gracias por regalarme literatura emergente venezolana, la disfruté mucho. La editorial se llama Lector cómplice, tiene página web, aunque está actualizada hasta el 2015. El autor se llama Rodrigo Eloy Lares Bassa, esta obra fue galardonada con el Primer de Narrativa en el XVI Concurso literario “Florencio Segura” de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid en 2002.
 A leer sobre Venezuela me dan ganas de viajar para allá, aunque dicen que es peligroso, ¿qué tan cierto será eso? Recomiendo esta novela, está muy bien escrita y que bien que exista la editorial Lector cómplice, ya que tienen una visión para nuevos escritores. Genial. Saludos a todos y que sería la vida sin letras, al menos para mí sería una fomedad. Cariños.


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